Yo quería hoy hablar de
lo de correr, que por mucho que lo disfracen con palabras
extranjeras, siempre consistirá en meter la larga cuando vas
caminando de modo que se te empiecen a levantar los pies del suelo
constantemente y a eso en el diccionario le llaman correr no otra
cosa.
Se habla mucho de los
beneficios que reporta, y sin embargo cada vez conocemos más casos
de gente que sale perjudicada y en ocasiones de por vida por no
hablar de casos terminales.
Es tanta la “literatura”
al respecto, que uno puede volverse loco no solo con tan abrumadora
información, sino con las diferentes respuestas por parte de unos y
de otros a la misma pregunta que inevitablemente confunden al
personal; aunque si hay algo en que todo el mundo coincide de un
tiempo a esta parte es que hay que salir a “disfrutar”.
Si te fijas en los
caretos del personal, efectivamente da la impresión de que sí, que
se lo pasan pipa, pero en un análisis más profundo ya observamos
gestos menos alegres, rictus de cansancio, de dolor, y hasta de
desánimo que desaparecen como por ensalmo ante la presencia de
determinado público, aunque el súmmun del placer aparece casi
siempre en presencia de los amigotes.
Cómo es posible
disfrutar cuando vas con la lengua fuera, cuando te atragantas en un
avituallamiento porque quieres que no se te vaya el que está
delante, cuando a falta de setenta kilómetros vas aguantando a duras
penas ese dolor en la rodilla, cuando estás pensando (quién leches
me mandaría a mí apuntarme a esta carrera), cuando el próximo
punto de vida se te antoja a millones de kilómetros, cuando en esa
hora traidora tienes un sueño que no estás más que deseando caerte
muerto allí mismo y echar una cabezadita; repito, ¿Cómo es
posible?.
Y sin embargo si esperas
a verles cruzar la meta, pareciera que todo son alegrías, incluso en
los que se caen redondos ante la ausencia de energías, incluso en
los que derraman lágrimas por todo lo pasado (tal vez la clave esté
en ese tiempo verbal “pasado); incluso aquellos que van directos a
la enfermería, o al fisioterapeuta porque están que no pueden dar
un paso más, y sin embargo extrañamente repiten, repiten y repiten.
Algo tiene que haber en
el fondo de toda esa gente que aún pasando las de Caín, a poco de
finalizar ya están pensando en otra carrera o en repetir la misma el
próximo año; algo que no se alcanza a comprender con la sola razón.
¿Qué pretende entonces
esa legión de corredores? ¿Qué buscan?. Cuando les preguntas, la
mayoría te responde que les hace bien, que se sienten mejores
personas, que han hecho grandes amistades, que nunca lo dejarían, y
claro finalmente te dicen que disfrutan.
Me pongo a analizar y no
encuentro una respuesta razonable, (¿será una secta?), y sin embargo pienso si no tendrá
aquí algo que ver esa lucha constante que surge siempre entre el
“SUPER-YO” y la realidad del día a día; eso que llaman “EGO”.
Tal vez todos esos obstáculos que cada corredor está obligado a
superar, sean un catalizador, un detonante que libera al individuo de
sus mayores miedos, un comprender que en este mundo no somos nada, o
dicho de otro modo que somos el todo.
A ese respecto, dejo aquí
unas líneas extraídas de uno de esos libros que de momento se niega a publicar Don Luis Carlos Rodríguez
titulado “EL MAGO DEL TIEMPO”: “En esta segunda parte
obtendrá, a través de las jugosas explicaciones de Don Julio, el
conocimiento que le llevará a lo que en el fondo todos anhelamos,
librarnos del ego para alcanzar la inmensidad que somos, y que solo
se logra cuando uno SE LIBRA DE SÍ MISMO.